top of page
Foto del escritorMaite

Un día emocionante en el museo del Fashion Institute of Technology

Actualizado: 11 jul 2022






16 de marzo de 2022. Podría haber estado en cualquier parte del mundo. En las Fallas de Valencia, por ejemplo. Pero mi prioridad era encontrarme en mi ciudad favorita, visitando un museo que para siempre cambiaría mi perspectiva del mundo de la moda.


Estoy en una parada de metro de la calle cuarenta y dos de la gran manzana, probablemente una de las más concurridas debido que a escasos metros de mí se encuentra el fotografiable Times Square. Con sus luces, sus fotógrafos callejeros, sus enormes vallas publicitarias iluminadas por luces LED, sus taxis amarillos, sus oleadas de neoyorkinos y turistas que se entrecruzan para llegar a sus destinos… Y yo, entre ellos. Pero cuando voy a Nueva York, ya no me ando con rodeos. Es la cuarta vez que visito la ciudad en diez años y la conozco tan bien que a veces me gusta imaginarme que vivo allí. Unos días antes había visitado el Museo MET y pude echarle un pequeño vistazo a la exhibición del Met Gala del año anterior… pero con la mala suerte de que estaban montando en ese momento la nueva exposición del Met Gala de este año (que se celebró el dos de mayo, dos meses después de que yo estuviera en el mismo lugar del evento). Nota mental: la próxima vez que vaya a Nueva York, tendré que asegurarme de que no me voy a perder la exposición de la gala de moda más importante del mundo.





Esa misma mañana, había quedado a tomar un brunch con mi amiga Niki, con quien cursé el Bachillerato Internacional. Nuestros caminos se separaron cuando ella decidió vivir el sueño americano y estudiar teatro dramático en Nueva York. Es la típica persona con la que te reencuentras una vez cada ciertos años, pero sigues guardando esa conexión tan especial que te hace olvidar que has estado varios años sin hablar cara a cara con ella, a pesar de lo mucho que las cosas hayan cambiado. Fue ella quien me animó a seguir descubriéndome a mí misma en el mundo de la comunicación de moda, quien me instigó a que tomara cada una de las oportunidades que pudiera para formar contactos, para aprender y para hacer lo que siempre he querido hacer.


Ese día mi amigo y diseñador Javier Tabarés tenía un duro día de trabajo con su nueva colección de ropa que estaba a punto de sacar. Podría haberme acercado a la Quinta Avenida hasta su Universidad, The New School, para haberle ayudado a coser los patrones como había hecho muchos de los días en los que estuve allí. Pero tras la charla inspiradora que tuve con mi amiga, hoy me apetecía descubrir la verdadera cara de Nueva York de la que podía sacar provecho.


Me despedí de ella por el día y me metí en el metro.





Llevaba sin pisar el Museo FIT la última vez que me aventuré a cruzar el charco sin acompañante alguno en el año 2019. Fui acompañada por Javi y una de sus compañeras de clase de diseño de moda. Fue una experiencia muy interesante porque ellos eran capaces de explicarme la significación al detalle de las piezas de ropa que había expuestas. Pero, por aquel entonces, la Maite de segundo de carrera todavía no había descubierto que su verdadera pasión se encontraba en el mundo de la comunicación de moda.

Esta fue una de las razones por las que las exposiciones de moda que tenía que ofrecer el FIT en 2022 me dejó sin palabras y me inspiraron tanto. El museo abarcaba tres exposiciones. La primera y principal fue aquella cuyo cartel en la entrada llamaba más la atención: el de “Reinvention & Restlessness: Fashion in the Nineties”, cuyo grafismo serif de lo más elegante me pareció de lo más fotografiable. Decidí dejar esta para el final, porque sabía que era la que más me iba a gustar.


Decidí empezar mi aventura pasando por la breve exhibición titulada Asian Americans in New York Fashion: Design, Labor, Innovation, que estuvo disponible solamente durante el mes de marzo. Celebra el diseño asiático americano y da visibilidad a estos artistas racializados que, en muchas ocasiones, son propensos a quedar en el olvido por parte de la sociedad. Esta comunidad ha aportado muchísimo a la industria de la moda– tanto en la producción como a niveles de diseño. Y, con el contexto pandémico en el que vivimos desde 2020, ha aumentado el racismo hacia personas provenientes del continente asiático. La exposición comienza con un mensaje que explica las dificultades que han tenido para sentirse parte de la comunidad americana, ya que en numerosas ocasiones se aparta a los asiáticos. Me pareció muy interesante la forma en la que Asia ha contribuido en la moda americana (que tiene impactos a nivel mundial), y me parece emocionante formar parte de esta visibilización hablando sobre ella en Maite’s Cuore.


Continué entonces echándole un vistazo a Head to Toe, un paseo por diferentes décadas hasta llegar a la actualidad. Se trataba de una especie de cápsula del tiempo en la que podías viajar hasta los años 1800. Me di cuenta de que hacían mucho hincapié en los accesorios, y concuerdo en que un buen look siempre deberá estar acompañado de los complementos más estilosos. “Los accesorios toman un rol vital al comunicar mensajes sociales significativos”, leía uno de los carteles. A lo largo de la historia, estos complementos han valido más que mil palabras. Llevar guantes en la época imperialista daba el mensaje de que su portadora era respetable, femenina y de una clase social alta. Los sombreros extravagantes en los inicios del siglo XX se decoraban con plumas para denotar prestigio. Los símbolos patrióticos y nacionalistas en la ropa eran muy populares durante las contiendas mundiales. Y la moda se convirtió en algo mucho más individualizado a lo largo del siglo XX. Y, hoy día, llevar unos tacones con suela roja de Louboutin ya es un claro indicador de poder y clase.


En el museo, abundaban zapatos, parasoles, chales, sombreros, gafas de sol, bolsos, joyas, y también conjuntos estilados al completo, y algo que me gustó mucho fue la forma en la que protagonizaron la moda parisina (mi favorita, por supuesto). Iconos de la moda como Jaqueline Kennedy alentaban a la sofisticación francesa de marcas como Chanel.


Las modas se ven alteradas con los cambios en la sociedad y las diferentes mentalidades y valores de las personas. El consumismo, por ejemplo, nos ha impulsado a tener un armario de lo más versátil. Y la cultura de la fast fashion actual nos obliga a comprar mucha ropa que dejamos de llevar al cabo de poco tiempo, ya sea por su mala calidad o por el hecho de que parece que los trends avanzan con más rapidez que nunca. Resultado lo más interesante comparar estos valores materialistas que tenemos en la actualidad con las diferentes mentalidades que se han tenido a lo largo de los años. Esto lleva ocurriendo desde los noventa: la moda se ha ido individualizando y se ha adquirido mucha influencia del cine y las series como Gossip Girl y Sexo en Nueva York (la última, la cual aún no he visto pero sé que cuando me ponga a ello, me va a encantar). A través del mundo audiovisual, se han dado a conocer muchas marcas como Manolo Blahnik y Christian Loubutin. Hollywood también tomó un rol importante en el cambio de las modas. La escena hollywoodiense va más allá que verse glamuroso, es también una actitud. Por eso creció la moda en llevar los ojos tapados (normalmente a través de gafas de sol opacas), ya que connota de forma indirecta el misterio, la clase y la importancia que parece tener una persona al lucirse de esta forma.


También es cierto que en los años 60 y 70, con la influencia hippie, la moda se vio muy influenciada por ciertas culturas con los estilos étnicos y tribales. Hoy día, estamos mucho más informados acerca de las consecuencias de la apropiación cultural y cómo ésta puede ofender a muchas personas. En la mayoría de las ocasiones, en las anteriores décadas, las empresas de moda se apropiaban de ciertos patrones y estilos y se enriquecieron a costa de grupos de personas marginalizados (y con movimientos como Black is Beautiful y Black Lives Matter, hoy estamos concienciados de estos errores del pasado).


Fue así como acabé en la tercera y última expo, y la que más me terminó gustando: la de Reinvention and Restlessness: Fashion in the Nineties.


Ésta comenzaba con una oda a la comunicación de moda, haciendo hincapié en la importancia de las revistas de moda cuyo auge comenzó a finales de los años ochenta. Vogue, Harper’s Bazaar, Dazed and Confused, Purple y Visionaire se centraban en estéticas nuevas e ideas y visiones alternativas para lo que los públicos estaban habituados a consumir en esta época. Estas revistas publicaban todo tipo de contenido, e incluían piezas de ropa llevadas por modelos inconformistas. Estos tiempos también sirvieron como tiempo donde los fotógrafos, estilistas de moda y maquilladores y peluqueros podían salir de sus zonas de confort, experimentar y ser aplaudidos por las audiencias. Las supermodelos Naomi Campbell, Cindy Crawford, Linda Evangelista y Christy Turlington convirtieron la moda en parte de la pop culture. Más adelante, y siguiendo los patrones de inconformismo, se incluyeron a modelos cuyos estándares de belleza eran menos convencionales y llamativos (fue aquí donde dio su salto a la fama Kate Moss). Además, se empezó a dar más cobertura a las pasarelas, ya que éstas comenzaron a ser televisadas y por ende ganar interés de las masas.


Por otro lado, se empezaron a crear documentales sobre moda como “Unzipped”, y los chick flicks (o las películas “de chicas”) como “Clueless”, “Pretty Woman” ganaron una popularidad increíble, por no mencionar las obras como “Sexo en Nueva York” que supusieron un antes y un después en este tipo de series.

Una vez aprendido todo este contexto, emocionada, llegué a la parte del museo que más ilusión me hacía ver.


Con la llegada de Internet, hubo cambios en la forma en la que se empezó a fabricar la ropa, y también en la forma en la que se lleva y se consume. Comenzaron los diseños más futurísticos utilizando materiales y técnicas nuevas. El fenómeno de obsolescencia programada ha tenido un claro impacto en la industria textil. Con él, llevan surgiendo numerosos movimientos ecológicos desde los años noventa, aunque ha sido en los últimos años cuando éstos han tenido más protagonismo y presencia. Hoy, muchos consumidores y fabricantes intentan ser más eco-friendly (evitando el uso de plásticos, realizando upcyclings o aprovechamiento de ropa o materiales viejos, visibilizando el comercio local, fomentando la compra de ropa de segunda mano…).

Yo, que adoro la moda noventera, me paré y fotografié cada obra de arte que tenía delante de mí. Jamás había visto un museo que abarcara mis pasiones de una forma tan acertada. Me enamoré de todos los aspectos de esta exhibición: la música, las luces, el grafismo, el atrezzo e incluso la redacción de los carteles explicativos del museo. Y, por supuesto, de las prendas. De allí salí realmente inspirada y 100% segura de que pertenecía en esta industria (a nivel comunicativo).








32 visualizaciones2 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

2 Comments


inestorondel
Jun 16, 2022

¿Qué es lo que más te gustó de tu experiencia en el Fashion Institute of Technology?

Like
Maite
Maite
Jun 16, 2022
Replying to

Sin duda, la exhibición de Reinvention and Restlessness: Fashion in the Nineties. Me sentí tan inspirada que estoy segura de que jamás me voy a olvidar de ella.

Like
bottom of page